miércoles, 1 de julio de 2015


  El mundo que creímos conocer ya no existe. Desde el final de la segunda Guerra Mundial todo fue sencillo, imperfecto y peligroso: fue una gran mentira.

 Nadie supo ver a tiempo que la mano de obra barata y los precios sin competencia de China producirían el mayor cambio en la estructura económica del mundo desde la invención de la máquina de vapor. Tras la revolución industrial, las economía orientales nos han conducido irremediablemente a la revolución del consumo; dejamos de producir para sólo consumir.

 Nacimos en un mundo en el que pese a la derecha y la izquierda, el bien y el mal, la seguridad y la inseguridad, era posible tener un criterio. Hoy vivímos en un mundo en el que todo parece confuso y en el que hay que empezar a partir de nueva bases. El 11 de septiembre de 2001 provocó un replateamiento de la Hegemonía Occidental durante ocho siglos. Habian triunfado el dolor, Hollywood la Coca-cola y miocrosoft. Pero Estados Unidos , perdió y, con la caída de las Torres Gemelas, conoció la mortalidad.

 El protagonismo de China o la India, la gerra religiosa o la ausencia de seguridad son señas de identidad del peligroso tiempo en que vivimos. Tras la crisis Económica Mundial.

 Europa se reconfigura tratando de hallar un modelo posible mientras los países que ayer la lideraban, como, España, encabezan en la actualidad el fracaso de las medidas de contención del déficit público y de las tasas de Desempleo. J.M. Borruecos